top of page

hay un pájaro azul en mí

  • Foto del escritor: Carmen Abril Martín
    Carmen Abril Martín
  • 24 abr 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 28 abr 2020

hay un pájaro azul en mi corazón que

quiere salir

pero soy duro con él,

le digo quédate ahí dentro, no voy

a permitir que nadie

te vea.

hay un pájaro azul en mi corazón que

quiere salir

pero yo le echo whisky encima y me trago

el humo de los cigarrillos,

y las putas y los camareros

y los dependientes de ultramarinos

nunca se dan cuenta

de que está ahí dentro.

hay un pájaro azul en mi corazón que

quiere salir

pero soy duro con él,

le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres

montarme un lío?

¿es que quieres

mis obras?

¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros

en Europa?

hay un pájaro azul en mi corazón

que quiere salir

pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir

a veces por la noche

cuando todo el mundo duerme.

le digo ya sé que estás ahí,

no te pongas

triste.

luego lo vuelvo a introducir,

y él canta un poquito

ahí dentro, no le he dejado

morir del todo

y dormimos juntos

así

con nuestro

pacto secreto

y es tan tierno como

para hacer llorar

a un hombre, pero yo no

lloro,

¿lloras tú?

Charles Bukowski (un auténtico capullo, en verdad)


Hay un pájaro azul en mí.

Ya lo había dicho otras veces. Gracias a dios aun lo siento. Siento casi todos los días, su canto, su presencia, su revoloteo alegre y grácil. Pero hay además en mí otro ser, y ahora que he detectado su presencia y seguido de cerca sus hábitos y motivaciones, (quitándome este gélido y aterrador descubrimiento el sueño y la serenidad satisfecha que ahora dudo si algún día llegue a conseguir), no puedo evitar contarlo.

Este otro ser es mi Hambre. Y si no lo percibí antes, como al pájaro, es porque su presencia en mí era anterior era anterior a la de este. Era anterior a mi propia presencia. Mi hambre no es, como mi pájaro azul, un soplo fresco de inspiración, un trino pleno y radiante, un refugio, un revoloteo ni un amigo. Mi Hambre es de hecho una bestia, camuflada y mutante, mi Hambre es todas las cosas, y hasta mi pájaro azul es a veces(*). Más que un ser, mi hambre es una presencia. Mi hambre es quien me pega las sábanas, quien me inclina a ceder a la mínima tentación de embriaguez, vagueza o simple holgamiento, es quien me hace ser déspota, sentir que merezco ver cumplidas todas mis expectativas, quien me susurra al oído culpables cuando no es así, es quien me hace pensar en sexo, quien mueve mis mandíbulas con perfecto ansia y frenesí cuando mi estómago ya está lleno, es mi hambre quien necesita pensar en cada momento de qué forma podrían haber sido las cosas, o podrían ser, preguntarme siempre qué lugar ocupo y, en última instancia, qué puedo hacer para tener más, para sentirme más llena, para ser mejor. Mi hambre me ciega de pasión y miedo y me impide oír el canto de mi pájaro y el de los demás.

¿Me hace ser consciente de mi Hambre menos débil y vulnerable a su empuje? Lo natural seria pensar que sí, pero no lo creo. Tampoco me hace más débil. Soy igual. Mi Hambre, en tanto que mutante, es también soberana de sí misma y regular en sus manifestaciones, pues éstas son dependientes simplemente del estímulo recibido,y no de mí, ni de mi pájaro azul. Lo cual me lleva a una pregunta tan vieja como incontestable. ¿Y qué es “mí”? ¿No soy yo acaso, también mi Hambre? ¿No es mi Hambre por quien estoy viva? ¿No es el Hambre misma, la vida?

Yo creo que sí. Por eso los seres humanos no pueden ser nunca felices por completo. Eso es lo que termina pasando siempre con el pájaro azu l(que he decidido determinar que es el “mi” auténtico de manera totalmente pues desde luego disfruto mucho más encarnándome en él que en mi Hambre.)


Creo que el pájaro, mi “mí,” mi yo, se podría equiparar, mas o menos, a mi razón reflexiva, mi humanidad, mi sensibilidad artística y moral...mi pájarito azul, creo que no actúa con verdadera independencia del Hambre. Es capaz, en ocasiones, de intuirla. Al fin y al cabo siempre han sido uno de algún modo. No la había visto antes, porque no viven como animales separados en un jardín. El Hambre, en realidad, es más un contexto que una bestia, es un entorno, un ambiente. Mi pájaro vive en el jardín, y el jardín -y este es el gélido descubrimiento del que hablaba-, es en realidad mi puñetero Hambre. Así de omnipresente y absoluta es esta bestia voraz. Mi pájaro azul va por ahí y de vez en cuando, cuando las condiciones del jardín se lo permiten, sale de su escondrijo y entonces vuela canta, salta, se baña en él, se come sus frutos y caga sus semillas, dando lugar a nuevas plantas y flores y llenándolo de vida y singularidad y música.

Pero mi pájaro siempre estará encerrado en el jardín. Siempre. No puede salir de allí.


Creo que, cuando estamos tristes -quiero decir simple y profundamente tristes, sin un motivo causal concreto-, cuando nos duele la puta vida, vaya, yo creo que es esto lo que nos duele. Nos hiere y nos exaspera en los demás también, pero especialmente en nosotros mismos. El Hambre es inherente al contexto porque forma parte del mecanismo químico del recipiente que lo sostiene, del puto cuerpo, la cáscara de carne. No se puede salir de allí porque se es allí. Pero el pájaro es un milagro, una singularidad rara,y a la vez presente -espero- en todo el mundo. La verdadera consciencia, la distinción del bien y del mal y la inclinación por el primero, la consideración sincera y justa por el resto, el anhelo puro de que algún día las cosas sean distintas, de que reine la bondad y el amor entr las gentes, de la confianza en la naturaleza humana o, al menos, la esperanza. La gran belleza. Creo que es esta verdad la que ha adolecido a escritores, poetas, artistas o pensadores, que atormentado a las almas sensibles (a sus pájaros azules) a lo largo de los tiempos; Unamuno, Pio, Bukowski, Voltaire, Camus, Tolstoi, Hesse,...creo que podría escribirse una lista eterna de personalidades, célebres o no, padecedoras del mismo mal. Todas, en algún momento de sus vidas, comenzaron a percibir con claridad, a traves de los ojillos negros del pájaro, a su Hambre, y sintieron entonces, con más claridad aun, casi con espanto, el encierro de su pájaro azul, el contexto insalvable.


El pájaro siempre estará encerrado en el jardín. Sin embargo, si lo piensa uno con cierto cinismo, no es del todo negativo, porque en caso contrario, no se conocería al pájaro. El pájaro está encerrado en el jardín, pero esque yo, por mucho que lo lamente, soy el jardín. Soy mi Hambre. Quiero al pájaro. Egoístamente y aunque él esté encerrado, soy feliz de verle, de ser él, también.

Es éste un encierro, además, relativo. Pues puede el pájaro de uno conocer otros pájaros (aunque quizá no todos los jardines tienen pájaros, algunos parecen tener solo plantas e insectos), y visitar otros jardines (solo ciertas partes). Y puede el pájaro disfrutar cantando, inventando nuevos vuelos y canciones…incluso puede poner huevos en jardines que antes no tenían pájaros, aunque esto es un poco peligroso por el tema de alteración de ecosistemas…

En fin. Cómo asumir sin desazón esta naturaleza dual. Cómo se come eso de ser hambre y pájaro a la vez. El hambre aprieta y tortura unas veces, pero moviliza y gratifica otras. ¿Se puede ser feliz viviendo en el Hambre? Se puede disfrutar, pero el disfrute es una subida, y siguiendo la ley física (a la que sin duda el hambre se encuentra sujeta), todo lo que sube baja, y esta bajada provoca siempre sufrimiento. ¿La felicidad es entonces estática? ¿¡Está fuera del jardín!? ¿O dentro del pájaro?

El caso es que no se puede huir del jardín, asique tampoco puede saberse.

Lo mejor para el pájaro es que aprenda a ser limitadamente libre, que acepte su estancia en el jardín. Solo le queda, al fin y al cabo, eso: disfrutar de él y mantener su equilibrio, hacer que prospere todo lo posible, que sea un lugar cuidado y habitable y plantar semillas (mejor que poner huevos), cagando en sus visitas a otros jardines. Disfrutar del aire bajo sus alas, aunque sea oscuro, y volcarse en su capacidad limitada de creación y libertad, esperando, serenamente, el día; quién sabe si de su muerte, o de su viaje volando, lejos por fin, fuera de su jardín.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo
Puf

En clase de Estructura Social y Desigualdad (que era una optativa de Economía, la única que tenían en torno a estas cuestiones), y...

 
 
 
Me va mejor que nunca, ¿qué hago?

Me va mejor que nunca. Trabajo sólo en la revista desde septiembre. No tengo un duro pero no me importa: mi tiempo es mío, no tengo jefe...

 
 
 
Las revistas de mi abuela

Las revistas yo las conocí por mi abuela Carmina. De vez en cuando, cuando ibamos a su casa, nos daba una bolsa enorme llena de ellas. Le...

 
 
 

Commentaires


Publicar: Blog2_Post

Formulario de suscripción

¡Gracias por tu mensaje!

652138972

©2020 por tremendaschapas.com. Creada con Wix.com

bottom of page